miércoles, 3 de noviembre de 2010

AJUSTE POSTURAL

El control de la postura, y el equilibrio como forma habitual de mantener ese control son uno de los elementos que configuran el esquema corporal. Ambos se fundamentan en las experiencias sensoriomotrices del niño o la niña y constituyen lo que se denomina el sistema postural.
La postura es la posición que adopta nuestro cuerpo para actuar, para comunicarse, para aprender, para esperar, etc. La postura es (Ajuriaguerra, 1980). La postura está sostenida por el tono muscular. El equilibrio es el ajuste postural y tónico que garantiza una relación estable del cuerpo, a través de sus ejes, con la actividad gravitatoria a la que se ven sometida todos los elementos materiales, se basa en la propioceptividad, la función vestibular y la visión, siendo el cerebro el principal coordinador de esta información. La postura se relaciona principalmente con el cuerpo, mientras que el equilibrio se relaciona principalmente con el espacio.
El sistema postural es de formación muy primitiva, ya que la vía vestibular es la primera vía sensorial en formarse, junto con las vías sensitivas. El aparato vestibular (también llamado laberinto) es un órgano no auditivo situado en el oído interno que sirve fundamentalmente para el control de la postura y el equilibrio, pero también para regular el tono muscular, los movimientos oculares y la orientación espacial. El aparato vestibular responde específicamente a la fuerza de la gravedad y a los movimientos de aceleración y desaceleración angular.
Las emociones son el resultado de la actividad postural. Las emociones vierten sobre la actividad postural una orientación propia extendiéndose a todo la que es tónico; tanto en relación a las variables del tono del aparato muscular, de las actitudes y del equilibrio como a las relaciones orgánicas. De este modo podemos reducir cualquier emoción a la forma en que el tono se genera, se manifiesta, se consume o se conserva. Para Wallon la emoción no es sino una respuesta centrípeta que desencadena una especie de corriente tónica que se propaga por todo el organismo generando una actitud que constituye el verdadero paso de lo fisiológico a lo psíquico a través del medio, pues la función inicial de la emoción no es sino la comunicación con los otros. La postura, pues, tiene un carácter significativo en cuanto que pone en relación a los individuos. Así la mera posición pasa a convertirse en gesto. Las actitudes posturales constituyen la manifestación de la emoción y la afectividad cuyo fundamento se encuentra en la actividad tónica. Sin duda a esto se refería Ajuriaguerra (1986) al hablar del diálogo tónico que se establece entre el recién nacido y su madre como primera conducta comunicativa del bebé que, mediante la actividad postural, expresa sus emociones de manera tónica. Se produce aquí una acomodación entre el cuerpo de la madre y el cuerpo del bebé que pone a ambos en comunicación. Las emociones constituyen el origen del lenguaje, pues, a través de la actividad tónica-postural, se ofrece al recién nacido la primera posibilidad de comunicación con el medio, lo que las convierte en las primeras manifestaciones sociales de relación.
"En efecto, la función de las actitudes es una función de acomodación; y es de esa acomodación de donde procede la representación de las cosas. Nosotros no tomamos conciencia de las cosas o de las situaciones más que por intermedio de nuestra actitud, es decir de nosotros mismos. Y son particularmente las emociones quienes nos vuelven sensibles a nosotros mismos, a la diversidad de nuestras actitudes. El sentido de las propias actitudes precede a la aptitud que se formará de las representaciones..." (Wallon, 1930).
La actitud equilibrada no se corresponde siempre con el equilibrio propiamente dicho, puesto que el movimiento equilibrado puede ocasionar continuos desequilibrios y compensaciones o reequilibraciones constantes. Lo que hace que haya autores que han diferenciado claramente el equilibrio estático del equilibrio dinámico que consistiría en una evitación de la caída mediante la puesta en marcha de continuos mecanismos motrices de compensación de los desequilibrios. En este sentido, una mala equilibración puede hipotecar la movilidad de algunos segmentos corporales, lo que repercutirá negativamente en la construcción del esquema corporal. Además, cuanta mayor dificultad se encuentra en el mantenimiento del equilibrio más energía y atención se ha de emplear en ello, lo que va en detrimento de la disponibilidad para otras actividades. Esta es la razón por la que el control de la postura y la equilibración son requisitos imprescindibles para la liberación de los brazos y manos sin la cual no se puede realizar la manipulación que fundamenta los aprendizajes.
El equilibrio y el control de la postura están en base de la autonomía motriz. Cualquiera de las habilidades motrices básicas (andar, correr, saltar, coger, lanzar...) necesita, como requisito previo, un adecuado control de la postura y la automatización de las reacciones de equilibración. Igualmente la relación con el espacio circundante, la orientación, necesita tener una clara y equilibrada referencia postural del propio cuerpo.

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